Acostumbrados a obtener resultados, lo que se dice, “a ganar”, solemos tener poca paciencia si los resultados no se producen de manera eficaz a corto o medio plazo. Las carreras de fondo, o los maratones están de moda, pero parece que a nuestra vida no se aplica con la misma facilidad. Disponemos de poca paciencia (“PAZ+CIENCIA”), es decir, cortos de sabiduría, el elixir que desprende la experiencia y el saber a lo largo de los años. EL delito en muchas ocasiones es una vía corta de obtención de resultados, en otras es el resultado de un largo proceso de planificación o de un larvado resentimiento.
¿El Mindfulness funciona? Es la pregunta que te hace la mente práctica y pragmática que no está dispuesta a emplear el tiempo en el presente, que más bien desea el final y se deleita en él aunque aún no sea una realidad, más bien, una ficción, una película que me cuenta la mente y que genera lo que denominamos “expectativas”. Ante esta realidad increada la vida se examinada y si no se obtienen los resultados deseados y buscados, nuestro juicio es negativo con aquella típica expresión de: “es que yo creía que”.
Mindfulness tiene acreditadas pruebas científicas de los efectos que produce en las funciones cerebrales, en su propia estructura, en el sistema inmunológico, de carácter psicológico e incluso antienvejecimiento. Tal vez por ello las ciencias comienzan a acreditar la práctica del Mindfulness y cada vez acuden a nuestras Consultorías más y más personas referenciadas por médicos, psicólogos y educadores. Con éxitos en el tratamiento de enfermedades y adicciones el curriculum del Mindfulness se amplia cada día más.
Aparece entonces el gran enemigo del Desarrollo Personal: EL RESULTADO DESEADO, o, mejor dicho, EL DESEO. Bien lo saben en Zen. Vivir el presente sin apegos y deseos es la clave. “Tengo pocos deseos y los pocos deseos que tengo los deseo poco”. Que junto con el QUERER SABER o lo que es lo mismo, saber mucho de algo aunque no lo practique, invaden el proceso de toma de conciencia, de atención al presente.
Enseñar a respirar de manera consciente e incluso a meditar parece fácil, tanto como leer un prospecto de un medicamento y creerse médico, o una ley o norma y querer aparentar ser abogado. Vivir de manera consciente en la vida es una vocación. Hay quien jamás será llamado a la vivencia de la consciencia y quienes ante la tesitura preferirán seguir dormidos (no despiertos, término que se emplea para dividir a la personas entre “despiertos” y “dormidos” desde el punto de vista de lo que se ha venido en denominar “el despertar de la consciencia”).
Nuestros abuelos nos decían que eligiéramos bien a nuestras compañías. En el viaje del autoconocimiento existe un mal compañero, UNO MISMO, que provoca un “EGOCENTRISMO AUTOREFERENCIADO”. Nos podemos observar, es la magia del Mindfulness, pero a partir de ahí tenemos que decidir cual es el camino.
Hoy vieron los resultados avalados por la ciencia. Hoy ya saben que si siguen el camino conseguirán objetivos gracias a la NEUROPLASTICIDAD. Todos lo saben, todos lo sabemos, pero no todos alcanzan las metas propuestas, los resultados prometidos ¿Cuál es la diferencia entre unos y otros?, pronto aprenderemos que no tanto está en el “COMO” sino en el “DESDE DONDE”.
Acostumbrados a sus reacciones y sus creencias comienza el proceso de cambiar y ya lo dijo John Ford, que si tanto crees que puedes, como si crees que no puedes, siempre tienes la razón. Se requiere voluntad para cambiar, para pasar de sobrevivir a vivir. SIEMPRE ADELANTE.