Si se permitiera crear una palabra podría ser
“sexomor” y la definiría como el conjunto de creencias, consecuencias
biológicas y decisiones posteriores que de manera no consciente se producen en
el hombre y la mujer el deseo sexual o dicho de otro modo cuando el deseo
sexual inhibe valores esenciales del hombre y la mujer. Este tema por general y
cotidiano suele ser una parcela de nuestra vida de la que no toleramos hablar y
que si lo hacemos solemos de manera automatizada desacreditar a quien no tiene
el mismo sentido y perspectiva que nosotros. Es un tema tabú en muchas
ocasiones, en otras es el tema que está presente en el lenguaje y las
conversaciones de manera permanente y recurrente. El sexo es una poderosa
herramienta a disposición del hombre y la mujer desde el inicio de los tiempos
y del que existe acumulada mucha ciencia y sabiduría pero poca consciencia.
El “sexomor” no es amor, ni es sexo. Es un conjunto de creencias mentales alimentadas por
deseos, emociones y pura química, de tal calibre y poder que toman el poder de
nuestra vida de una manera determinante y ciegan cualquier posibilidad de
alternativa. La vida para es tan como la vemos a través del “sexomor” y
normalmente dominados por impulsos automatizados de tomar, que no dar.
El “sexomor” toma, su función es tomar. En
este sentido el dar suele estar inhibido aunque forme parte del juego que posteriormente se desencadena.
Las memorias reactivas provocan la aparición
de reacciones biológicas de manera rápida poniendo al hombre y la mujer sobre
una plataforma en la que lo que se ha denominado a lo largo de la historia
“deseo” se antepone a cualquier consideración mental y menos aún espiritual.
Sencillamente el mecanismo se ha puesto en funcionamiento anulando la
consciencia. El “sexomor” está exento de consciencia, es automático.
En sabidurías milenarias y de todas las
partes del mundo se sabe que el “sexomor” anula completamente la dignidad del
hombre pues elimina la consciencia, lo que es lo mismo, la libertad. Quien no
es consciente no puede tomar las decisiones para responder, sencillamente
nuestra capacidad volitiva ha quedado anulada al entrar en funcionamiento “sexomor”
que toma el poder y control de todo. Quien la experimenta suele
también percibir y sentir que domina su vida y es totalmente libre y que lo que
hace lo hace en plena libertad, es decir, totalmente consciente. Y de esta
creencia no se la saca nadie.
Cuando “sexomor” aparece en nuestras vidas lo
hace para que aprendamos, como todo. Cuando se ancla en nuestras vidas de
manera permanente es cuando perdemos la posibilidad de la comparación entre
estados de consciencia diferentes, es
decir, no tenemos contraste. Al no tener contraste no podemos percibir con
claridad y precisión ambos estados, es decir, la consciencia en el sexo y la
inexistencia de consciencia en el sexo. De ahí que quien aún desarrolla su vida
desde “sexomor” considere que todo lo que le ocurre lo ha decidido en plena
libertad.
¿Cómo andamos de “sexomor”? Sólo tenemos que
observar el nivel de consciencia y reacciones que la lectura de este texto haya
provocado pues existen niveles diferentes de “sexomor”, cada uno tenemos el
nuestro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario