El desamor. Tremenda palabra, más aún el
sentimiento que se genera con emociones como la ira, la tristeza
y el miedo.
Si el AMOR es el todo. ¿El amor tiene que ser
la nada?. Lo contrario al amor no es el odio, es la indiferencia. La falta de
amor la denominados indiferencia.
El desamor es un sentimiento muy complicado
de describir, pues es un sentimiento tan poderoso, con pensamientos obsesivos,
rumiantes y circulares, mezclados con emociones que pueden ir desde la
tristeza, pasando por la ira, hasta el miedo y el hartazgo, todo menos la
alegría. Experimentar desamor es la prueba más contundente de que necesitas
AMOR.
En el desamor los apegos y los deseos juegan
un papel determinante. Si antes del momento de sentirnos abandonados no hemos
gestionado adecuadamente en nuestras vidas los apegos y los deseos, estos se
desbordan y son los responsables de lo que nos ocurre. Dicho de otro modo, si
no hemos aprendido a ACEPTAR para dar respuestas conscientes, nos encontramos
con que de manera inconsciente estamos automatizando la respuesta antes un
hecho tan doloroso como es sentirse no querido, rechazado.
Al ser un sentimiento solo de mi depende. Sólo yo tengo dentro de mí los recursos que
pueden invertir el proceso y devolverme el sentimiento de AMOR, profundo que
somos.
Nuestra sociedad ha considerado y considera “normales”
determinados procesos de duelo o pérdida, apoyando y acompañando a personas en
procesos de desamor durante un período de tiempo, más si ese tiempo, que se
considera la “normalidad” se sobrepasa, entonces, los que antes consideraban
normal el proceso lo comienzan a considerar “anormal”, impropio.
El proceso reeducativo en el AMOR, es decir,
volver al AMOR que somos, nace de una creencia de no merecimiento y de la
necesidad de que el AMOR lo tengo que encontrar en otra persona, lo que se ha
denominado la “media naranja” y salimos al mundo en su busca. Y es más, si los
demás no me dan AMOR y si la persona elegida no me da AMOR entonces siento el profundo desamor de no
sentirme querido. Descrito de esta manera, nos percatamos de que se trata de un
problema de lo que denominamos “AUTOESTIMA”.
Realmente se trata de que no sabemos, no nos
han ayudado a sentirlo y no nos ha explicado y enseñado, y menos aún aprendido,
pues es de lo que se trata, de aprender, lo que es el AMOR.
El AMOR es nuestra naturaleza. Somo seres de
AMOR en una aventura terrena, en una dimensión mental y cerebral de la
existencia. Pero ese AMOR tiene otras aventuras menos tangibles que hemos identificado
como espirituales porque no se pueden tocar y ver, tan solo experimentar.
El DESAMOR no es más que la incompetencia del
AMOR como Sabiduría. Es la prueba palpable de que no hemos trascendido el nivel
mental y emocional de la existencia, en él nos hemos quedado y no hemos accedido
a la Sabiduría.
El
AMOR como “SABIDURÍA INFINITA que nos permite conocer la VERDAD”. Este es el
AMOR del que hablamos en este Cursillo y, por tanto, el DESAMOR es la expresión
de una incapacidad, una incompetencia, totalmente corregible, tal vez no en el
tiempo, pero si en la eternidad. Pues si el AMOR es infinito como Sabiduría, forma parte de la eternidad y es en
ella donde lograremos alcanzar su plenitud y en la tierra la única expresión de
la eternidad que tenemos es el AHORA.
El
desamor se ancla en el pasado con apegos y se dispara al futuro con deseos. Con
ansiedad y depresión, con exceso de pasado y de futuro, la mente impide al
hombre y la mujer en desamor vivir el ahora, vivir la eternidad, encontrar el
AMOR, encontrar la SABIDURÍA.
El
proceso de desamor puede ser acompañado (“Tu puedes pero no solo”) para que
durando lo que tenga que durar se convierta en un aprendizaje. Y en este
recorrido y aprendizaje trascendamos pensamientos y emociones y desde el AHORA
contemplemos nuestra verdadera naturaleza y esencia. Para muchos será un
trabajo arduo, pero todos cuanto lo han desarrollado (un trabajo de Desarrollo Personal), relatan con alegría, mucha alegría que
merece la pena, que merece mucho la pena, pues al final del camino está el
AMOR, la fuente de agua viva, el manantial que no se agota, la luz que no se
apaga.
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