miércoles, 25 de enero de 2017

PRIMER DÍA EN LA CÁRCEL

MI PRIMER DÍA EN LA CÁRCEL DE TOPAS


J.J., 16 años en el Centro Penitenciario, se dirigió a mí al final y me entregó una nota con su nombre: “Quiero estar en contacto con usted”. P., el Presidente del Módulo 12 que me enseñó en compañía de Miguel y Marciano, ambos funcionarios, o Eva del Equipo Directivo que ha apoyado la implantación de este proyecto pionero en España gracias al compromiso de mi amigo Miguel. Hasta los cincuenta que acudieron, entre funcionarios y reclusos. Todos ellos son los protagonistas de esta historia.

Pasé por las cocinas, el Módulo 12, módulo de respeto, las aulas, el edificio sociocultural, los pasillos, las celdas, las oficinas…en fin un paseo, que por genuino y original quedará grabado en la memoria de mi vida. El momento más impactante fue cuando me subieron a la galería de las celdas, al llegar al pasillo  mi mente evaluó lo que estaba viendo y las comparó con las imágenes grabadas que sólo eran de películas, pues de ninguna otra manera tenía referencias reales de la situación. El momento fue de gran sorpresa aderezada con una pequeña, mínima, angustia de claustrofobia, que pasó al segundo, pero al estar atento pude constatar. Fue el único momento en que sentí el peso de la prisión como cárcel, como encierro y privación de libertad.

Todo comenzó por la mañana, iba en coche al Centro Penitenciario de Topas, a camino entre Salamanca y Zamora. Una cárcel moderna, como me decían los funcionarios, pues las anteriores en las que trabajaron en los años ochenta eran muy diferentes. Entré en años anteriores como Abogado, para entrevistarme con reclusos y acompañar algunos de mis clientes a entrar en prisión. En este caso, tan solo en dos ocasiones y fue una experiencia profunda e intensa, llena de emociones con sabor amargo a despedida hasta dentro de mucho tiempo. El dentro, yo fuera. Aún recuerdo el primer día que detrás de mí cerraron las puertas de seguridad con un gran estruendo, me abordó un sentimiento mezcla de miedo e inseguridad. Duró poco tiempo, unos segundos, pero son acontecimientos que se recuerdan siempre.

Según iba en el coche aproveché para hacer con el manos libres una llamada de teléfono a un amigo, su padre estaba enfermo, me entero entonces del fallecimiento días antes y nadie me había comunicado nada. Sentí tristeza y rabia. Me invadió un sentimiento tan poderoso que incluso derramé lágrimas. Nadie me había avisado, nadie me llamó por teléfono o me mandó un mensaje para informarme. Me sentí sólo, tremendamente sólo. Me enfadé con todos aquellos, que, con nombres y apellidos, iban apareciendo en mi mente, como posibles trasmisores de la noticia. Fue agudo, intenso, duró casi diez minutos de los quince que se tarda en llegar la Prisión. En principio me molesté al ver como este sentimiento, mezcla de tristeza y rabia invadía mi cuerpo y mente cuando deseaba estar sereno y tranquilo para hacer el trabajo en el Centro, dar una conferencia sobre como Mindfulness puede ayudar a la población que vive encerrada entre cuatro paredes de manera obligatoria y con una condena a sus espaldas. ¿Por qué me pasaba a mí esto en estos momentos?, fue entones cuando cambié la pregunta y me pregunté: ¿Para qué?, ¿para qué me ocurría este sentimiento? Y fue entonces cuando surgió desde el corazón un susurro, algo así como: “para que sepas como se sienten ellos”.

Calmado con la respuesta al entender que era un regalo tomé conciencia del momento y pude empatizar mucho mejor con todas las caras, todos los rostros, todos los lenguajes corporales, las miradas y los gestos de más de cincuenta personas con las que me crucé y me escucharon. Al final de mi intervención que duró una hora les conté la experiencia como ahora lo hago cono los lectores de este blog.

Durante las próximas semanas iré relatando la experiencia de convivir con 15 reclusos que se formarán para ser FACILITADORES de Mindfulness entre sus compañeros y poder, en su día, montar un Aula de Paz, la primera en España.

De “SOBREVIVIR A VIVIR” es el título que le hemos puesto a la experiencia que comenzamos hablando de tres personajes históricos VIKTOR FRANKL, NELSON MANDELA y MAXIMILIANO KOLBE, quienes padecieron cautividad y emplearon diferentes técnicas, hábitos y actitudes para afrontar su encierro. Los dos primeros lograron sobrevivir, el último no, pero en su caso existió un motivo, ofreció su vida para ser exterminado en la cámara de gas de un campo de concentración nazi a cambio de la de un padre de familia, pues era sacerdote.

Un día como el del martes 24 de enero de 2017 se dan poco en la vida. Dejé reposar “las lentejas” (quienes me siguen saben a qué me refiero, sobre todo mis alumnos) y que se posaran debidamente, pues ayer estaba muy contaminado con la emociones. Hoy en la serenidad que da el “poso” y el paso del tiempo puedo afrontar ahora el presente relato.

SIEMPRE ADELANTE.


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