sábado, 4 de enero de 2014

REINCIARSE como SERES ESPIRITUALES: El empoderamiento: El poder del sencillo. (XVI).


El aumento de la fortaleza es la consecuencia del empoderamiento. Pero no se trata de crear superman o superwoman, como egos superlativos que devuelven a un “yo” una fortaleza egocéntrica que considera todo cuanto lo amenace como enemigo. El empoderamiento del que hablamos trata de allanar el camino al Ser, hacerlo expedito, ancho y de fácil acceso, para que sin trabas se manifieste en todo momento y ante cualquier circunstancia. Es el resultado de aunar la mente, el cuerpo y las emociones en una misma misión: alcanzar el Ser que somos.

El empoderamiento traerá consigo la fortaleza. Esta virtud sin embargo no se presenta en el mundo exterior como tal, sino que aparenta ante los cánones sociales una debilidad incomprensible para mentes asentadas en deseos de fuerza y poder, pues se presenta con una tarjeta de visita muy concreta, que es la sencillez.

Quién está empoderado se presenta y se comporta como una persona sencilla. Es fácil entonces descubrir a quien no está empoderado por la fuerza del espíritu, basta con atender a esta cualidad, la sencillez, en los gestos, la palabra, las manifestaciones externas de sus actos, todo ello estará impreso de una gran sencillez. Así lo reconoceremos.

La fortaleza tiene su medida en las dificultades y contrariedades de la vida. Afrontar el miedo y evitar la temeridad son dos de sus manifestaciones. La fortaleza permite aceptar todo cuanto acontece en nuestra vida de carácter contractivo con la serenidad suficiente para responder de manera consciente y no reaccionar de manera automática.

Nada tiene que negar y ocultar, la vida se presenta tal y como es y tal y como viene se acepta y se responde. En casos especiales quien está empoderado y por ello con fortaleza ha superado pruebas al límite de la capacidad de resistencia mental y emocional como Viktor Frankl o Nelson Mandela, dando incluso la vida por situaciones justas.

En el cristianismo es Jesús de Nazaret la expresión misma del empoderamiento y por tanto fortaleza espiritual.En el budismo la fortaleza estaría representada por el constante y perseverante esfuerzo por una causa correcta aunque los demás no lo perciban. Es el término medio entre el miedo y la audacia.

En la vida, tal y como se presenta, casi siempre llena de imprevistos y adversidades cotidianas y diarias, la fortaleza, el empoderamiento, se vuelve el camino necesario para afrontarlas y vivirlas en plenitud.

Existen sustitutos de la fortaleza, del empoderamiento, suelen ser sustancias externas a nosotros, tales como el alcohol o las drogas, suelen ser experiencias como el sexo, sensaciones como la fuerza física, estados mentales y sentimentales como el poder…todos ellos artificiales, y efímeros sustitutos, pero que mientras duran nos dan la sensación de fortaleza y empoderamiento, pero cuando desaparecen nos quedamos como desnudos e inermes ante la circunstancia adversa. En todos estos casos hay una ausencia total de sencillez.

El empoderamiento, la fortaleza, en el camino de la iluminación budista es absolutamente necesaria. En el cristianismo es una virtud cardinal.




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