El siglo XXI presenta unas caracter铆sticas
especiales que lo diferencian de los siglos pasados seg煤n la historia atestigua
y nos ense帽a. Cada tiempo es diferente nos dir谩 la mente, “las cosas ahora son
distintas”, “hemos cambiado”, “ya no es como antes”, “ahora es diferente”, “todo
ha cambiado mucho”…, todo un conjunto de expresiones al estilo mantra que nos
solemos repetir y nos repiten hasta generar la creencia de que los tiempos
pasados fueron siempre peores, al menos diferentes y que algo ha cambiado. M谩s
si nos alejamos de la mente y nos centramos en el mundo emocional, el mundo de
los sentimientos, el mundo no ha cambiado, presenta las mismas emociones y los
mismos sentimientos, nada nuevo bajo el sol. Si bien es cierto que reaccionamos
de diferente manera frente a diferentes circunstancias y acontecimientos, la
ira, la alegr铆a, la sorpresa, el miedo, la tristeza, el sentimiento de culpa, o
el de seguridad, siguen existiendo y dominando al hombre y la mujer como lo
hac铆an anta帽o. Esto llevo a decir a la ciencia hace poco que el hombre es un
ser emocional, pues la emoci贸n decide y la raz贸n justifica.
Desde el punto de vista emocional solo hemos
avanzado hac铆a una mayor comprensi贸n de la entidad e idiosincrasia de las
emociones en lo que Daniel Goleman bautiz贸 como “Inteligencia Emocional” como
aqu茅l talento del que disponemos y podemos entrenar para el manejo y la gesti贸n
de las emociones, dejando al lado la palabra control que me resulta demasiado
pretenciosa para expresar el poder del ser humano sobre un mecanismo autom谩tico
y adaptativo del que no dispone de un bot贸n de On u Off y simplemente puede influir sobre la homeostasis
de manera limitada.
Sabemos m谩s y las podemos gestionar mejor,
ser铆a el resultado de los avances cient铆ficos que aportan al siglo XXI un plus
diferenciador sobre los siglos pasados, pero el objeto de estudio sigue siendo
el mismo: Las emociones.
En relaci贸n al mundo espiritual el siglo XXI
ha aportado lo que se ha denominado con prontitud “INTELIGENCIA ESPIRITUAL”
En 2006 por el neurocient铆fico
Mario Beauregard, de la
Universidad de Montreal, en Canad谩 encontr贸 que la
experiencia espiritual activaba m谩s de una docena de diferentes 谩reas del
cerebro a la vez. Se registra actividad en:
1潞.-Los l贸bulos frontales. Se mejora
la atenci贸n y la concentraci贸n, y generan nuestro sentido de “yo”, por lo que
al alterar su funcionamiento se percibe una “disoluci贸n del ego”.
2潞.-El sistema l铆mbico se vincula
con los sentimientos afectivos.
3潞.-Se ha observado tambi茅n una
“desconexi贸n” del l贸bulo parietal, que maneja la orientaci贸n espaciotemporal,
lo que parece crear la sensaci贸n de fusi贸n con el Universo.[1]
Hemos constatado lo que ocurre cuando
utilizamos la Inteligencia Espiritual, pero no es nueva, es la m谩s antigua. Hace 2.500
a帽os, Buda la llam贸 visi贸n
cabal o Vipassana; como el Ap贸stol Pablo de Tarso en la carta a los Colosense en el Cap. 1:
9-10 ora pidiendo inteligencia espiritual.
En resumen, sabemos m谩s de lo que ya
exist铆a. Somos m谩s conscientes de lo que eran nuestros antepasados, esta es la
diferencia.
El siglo XXI es uno m谩s en la historia en
el que las personas que lo viven tienen que enfrentarse a las mismas emociones
y sentimientos que anta帽o. Nada ha cambiado en este aspecto. Re铆mos, lloramos,
nos enfadamos, nos hartamos y nos entristecemos, pero no por lo mismo. Y esta
aseveraci贸n es compatible con la evoluci贸n constante el ser humano, una
convicci贸n de la mente que cree que evoluciona y cambia cuando todo permanece.
No podemos percibir el movimiento del universo en expansi贸n y nos creemos
est谩ticos, creemos que nuestra posici贸n en el Universo es est谩tica por lo
imperceptible del movimiento del universo para el hombre. De la misma manera,
creemos que en el tiempo, frente a la eternidad, nos movemos y evolucionamos,
pero realmente estamos en el mismo punto donde comenz贸 una vez todo. Un
Universo en un tama帽o finito al que dan un tiempo infinito.
Para nuestras vidas cotidianas y
ordinarias todos estos estudios cient铆ficos nos aportan poco, si no
profundizamos, si los dejamos en la superficie, m谩s bien nada. Pero si nada hay
nuevo bajo el sol y como dicen los Libros m谩s antiguos que tenemos, y que ahora
la ciencia confirma con los datos: “Lo que fue,
eso ser谩, y lo que se hizo, eso se har谩; no hay nada nuevo bajo el sol.” Estamos
ante el reto de entender y comprender lo que los antiguos ya sab铆an y
constataban como certezas y verdades y nuestra mente, durante siglos, consider贸
cuestionable y ahora se constata como cierto.
APRENDER a DESAPRENDER es el reto para quien
quiera tener una vida espiritual en el siglo XXI, pues todo lo que la mente ha
cuestionado durante siglos ahora comienza a ser confirmado con la certeza de la
ciencia. Pues nada ha cambiado, que todo sigue igual y Matusal茅n se enfrent贸 a
lo mismo que Bill Gates, la supervivencia de su cuerpo y la gesti贸n de sus
pensamientos y emociones.

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