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s谩bado, 17 de octubre de 2015

VIDA ESPIRITUAL EN EL SIGLO XXI (II):EL SIGLO XXI: El cambio que no existe.


El siglo XXI presenta unas caracter铆sticas especiales que lo diferencian de los siglos pasados seg煤n la historia atestigua y nos ense帽a. Cada tiempo es diferente nos dir谩 la mente, “las cosas ahora son distintas”, “hemos cambiado”, “ya no es como antes”, “ahora es diferente”, “todo ha cambiado mucho”…, todo un conjunto de expresiones al estilo mantra que nos solemos repetir y nos repiten hasta generar la creencia de que los tiempos pasados fueron siempre peores, al menos diferentes y que algo ha cambiado. M谩s si nos alejamos de la mente y nos centramos en el mundo emocional, el mundo de los sentimientos, el mundo no ha cambiado, presenta las mismas emociones y los mismos sentimientos, nada nuevo bajo el sol. Si bien es cierto que reaccionamos de diferente manera frente a diferentes circunstancias y acontecimientos, la ira, la alegr铆a, la sorpresa, el miedo, la tristeza, el sentimiento de culpa, o el de seguridad, siguen existiendo y dominando al hombre y la mujer como lo hac铆an anta帽o. Esto llevo a decir a la ciencia hace poco que el hombre es un ser emocional, pues la emoci贸n decide y la raz贸n justifica.

Desde el punto de vista emocional solo hemos avanzado hac铆a una mayor comprensi贸n de la entidad e idiosincrasia de las emociones en lo que Daniel Goleman bautiz贸 como “Inteligencia Emocional” como aqu茅l talento del que disponemos y podemos entrenar para el manejo y la gesti贸n de las emociones, dejando al lado la palabra control que me resulta demasiado pretenciosa para expresar el poder del ser humano sobre un mecanismo autom谩tico y adaptativo del que no dispone de un bot贸n de On u Off  y simplemente puede influir sobre la homeostasis de manera limitada.

Sabemos m谩s y las podemos gestionar mejor, ser铆a el resultado de los avances cient铆ficos que aportan al siglo XXI un plus diferenciador sobre los siglos pasados, pero el objeto de estudio sigue siendo el mismo: Las emociones.

En relaci贸n al mundo espiritual el siglo XXI ha aportado lo que se ha denominado con prontitud “INTELIGENCIA ESPIRITUAL”

En 1997, la f铆sica y fil贸sofa Danah Zohar introdujo el t茅rmino “inteligencia espiritual” en su libro “ReWiring the Corporate Brain: Using the New Science to Rethink How We Structure and Lead Organizations.” A帽os despu茅s desarroll贸 el concepto con otro investigador, Ian Marshall, y en 2000 publicaron SQ: “The Ultimate Intelligence (Coeficiente espiritual: La inteligencia m谩xima).”

En 2006 por el neurocient铆fico Mario Beauregard, de la Universidad de Montreal, en Canad谩 encontr贸 que la experiencia espiritual activaba m谩s de una docena de diferentes 谩reas del cerebro a la vez. Se registra actividad en:

1潞.-Los l贸bulos frontales. Se mejora la atenci贸n y la concentraci贸n, y generan nuestro sentido de “yo”, por lo que al alterar su funcionamiento se percibe una “disoluci贸n del ego”.
2潞.-El sistema l铆mbico se vincula con los sentimientos afectivos.
3潞.-Se ha observado tambi茅n una “desconexi贸n” del l贸bulo parietal, que maneja la orientaci贸n espaciotemporal, lo que parece crear la sensaci贸n de fusi贸n con el Universo.[1]

Hemos constatado lo que ocurre cuando utilizamos la Inteligencia Espiritual, pero no es nueva, es la m谩s antigua. Hace 2.500 a帽os,  Buda la llam贸 visi贸n cabal o Vipassana; como el Ap贸stol Pablo de Tarso en la carta a los Colosense en el Cap. 1: 9-10 ora pidiendo inteligencia espiritual.

En resumen, sabemos m谩s de lo que ya exist铆a. Somos m谩s conscientes de lo que eran nuestros antepasados, esta es la diferencia.

El siglo XXI es uno m谩s en la historia en el que las personas que lo viven tienen que enfrentarse a las mismas emociones y sentimientos que anta帽o. Nada ha cambiado en este aspecto. Re铆mos, lloramos, nos enfadamos, nos hartamos y nos entristecemos, pero no por lo mismo. Y esta aseveraci贸n es compatible con la evoluci贸n constante el ser humano, una convicci贸n de la mente que cree que evoluciona y cambia cuando todo permanece. No podemos percibir el movimiento del universo en expansi贸n y nos creemos est谩ticos, creemos que nuestra posici贸n en el Universo es est谩tica por lo imperceptible del movimiento del universo para el hombre. De la misma manera, creemos que en el tiempo, frente a la eternidad, nos movemos y evolucionamos, pero realmente estamos en el mismo punto donde comenz贸 una vez todo. Un Universo en un tama帽o finito al que dan un tiempo infinito.

Para nuestras vidas cotidianas y ordinarias todos estos estudios cient铆ficos nos aportan poco, si no profundizamos, si los dejamos en la superficie, m谩s bien nada. Pero si nada hay nuevo bajo el sol y como dicen los Libros m谩s antiguos que tenemos, y que ahora la ciencia confirma con los datos: “Lo que fue, eso ser谩, y lo que se hizo, eso se har谩; no hay nada nuevo bajo el sol. Estamos ante el reto de entender y comprender lo que los antiguos ya sab铆an y constataban como certezas y verdades y nuestra mente, durante siglos, consider贸 cuestionable y ahora se constata como cierto.

APRENDER a DESAPRENDER es el reto para quien quiera tener una vida espiritual en el siglo XXI, pues todo lo que la mente ha cuestionado durante siglos ahora comienza a ser confirmado con la certeza de la ciencia. Pues nada ha cambiado, que todo sigue igual y Matusal茅n se enfrent贸 a lo mismo que Bill Gates, la supervivencia de su cuerpo y la gesti贸n de sus pensamientos y emociones.




[1] http://www.cnnexpansion.com/actualidad/2009/12/14/iq-de-la-fe

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