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domingo, 30 de noviembre de 2014

Un Cursillo de Amor: “El amor ha muerto"



Una de las experiencias más cercanas que tenemos con el amor es su muerte. Se produce cuando consideramos que el sentimiento ha llegado a su fin, que ya no tengo nada con el otro, que todo ha desaparecido y que yo, por fin, en algunos casos, no amo.

Todos tenemos listas de personas a las que amamos un día y ya no.

Esta creencia de que el amor ha desaparecido parece que guarda cierta realidad cuando sentimos profunda indiferencia hacía quien amamos, pues lo contrario del amor es la indiferencia.

La indiferencia como sentimiento tiene mucho de memoria. Nuestras memorias pueden hacernos creer que ya no recordamos ni su nombre y por tanto poco o nada tengo que ver con esa persona. Más cuando de pronto aparece en nuestra vidas de frente y en presencia física algo se mueve dentro de nosotros, se trata del recuerdo, que, en el corazón ha permanecido en silencio y a oscuras hasta que quien lo representa aparece en nuestras vidas somatizándose respuestas que, incluso como reacciones, no controlamos.

El amor deja una huella en el corazón profunda que permanecerá toda la vida. Quien vive de recuerdos perderá el presente, más estará en contacto con esas profundas simas de escondidos recuerdos que la mente no quiere reconocer como parte de lo que somos, pues todos cuantos aparecen en nuestras vidas tienen un por que y un para que. Vienen a aportar experiencias, son grandes, medianos y pequeños maestros que aportan su sabiduría de manera inconsciente y que nos transforman, incluso, profundamente.

Estamos hechos de AMOR y cuantas relaciones de amor tenemos contribuyen al intercambio de experiencias necesarias para seguir nuestro camino. Ningún encuentro es al azar. Como  dicen: “El Maestro aparece cuando el alumno está preparado”.

La consciencia en el AMOR nos aporta la consciencia en la sabiduría de lo que está ocurriendo en cada momento y por ello sabemos que el amor nunca muere, sino que pasa a ser un archivo emocional, un mapa mental, un código somático que bien registrado puede traer a presente a cualquier persona y cualquier amor. El amor consciente permite registrar en todo nuestro sistema de mente, cuerpo y emociones las necesarias pistas para volver a él cuando lo deseemos.


Más quien cree que ha olvidado sencillamente niega con la mente lo que el corazón afirma en silencio.

viernes, 21 de noviembre de 2014

UN CURSILLO DE AMOR: El "sexomor"


Si se permitiera crear una palabra podría ser “sexomor” y la definiría como el conjunto de creencias, consecuencias biológicas y decisiones posteriores que de manera no consciente se producen en el hombre y la mujer el deseo sexual o dicho de otro modo cuando el deseo sexual inhibe valores esenciales del hombre y la mujer. Este tema por general y cotidiano suele ser una parcela de nuestra vida de la que no toleramos hablar y que si lo hacemos solemos de manera automatizada desacreditar a quien no tiene el mismo sentido y perspectiva que nosotros. Es un tema tabú en muchas ocasiones, en otras es el tema que está presente en el lenguaje y las conversaciones de manera permanente y recurrente. El sexo es una poderosa herramienta a disposición del hombre y la mujer desde el inicio de los tiempos y del que existe acumulada mucha ciencia y sabiduría pero poca consciencia.

El “sexomor” no es amor, ni es sexo. Es un conjunto de creencias mentales alimentadas por deseos, emociones y pura química, de tal calibre y poder que toman el poder de nuestra vida de una manera determinante y ciegan cualquier posibilidad de alternativa. La vida para  es tan como la vemos a través del “sexomor” y normalmente dominados por impulsos automatizados de tomar, que no dar.

El “sexomor” toma, su función es tomar. En este sentido el dar suele estar inhibido aunque forme parte del juego que posteriormente se desencadena.

Las memorias reactivas provocan la aparición de reacciones biológicas de manera rápida poniendo al hombre y la mujer sobre una plataforma en la que lo que se ha denominado a lo largo de la historia “deseo” se antepone a cualquier consideración mental y menos aún espiritual. Sencillamente el mecanismo se ha puesto en funcionamiento anulando la consciencia. El “sexomor” está exento de consciencia, es automático.

En sabidurías milenarias y de todas las partes del mundo se sabe que el “sexomor” anula completamente la dignidad del hombre pues elimina la consciencia, lo que es lo mismo, la libertad. Quien no es consciente no puede tomar las decisiones para responder, sencillamente nuestra capacidad volitiva ha quedado anulada al entrar en funcionamiento “sexomor” que toma el poder y control de todo. Quien la experimenta suele también percibir y sentir que domina su vida y es totalmente libre y que lo que hace lo hace en plena libertad, es decir, totalmente consciente. Y de esta creencia no se la saca nadie.

Cuando “sexomor” aparece en nuestras vidas lo hace para que aprendamos, como todo. Cuando se ancla en nuestras vidas de manera permanente es cuando perdemos la posibilidad de la comparación entre estados de consciencia  diferentes, es decir, no tenemos contraste. Al no tener contraste no podemos percibir con claridad y precisión ambos estados, es decir, la consciencia en el sexo y la inexistencia de consciencia en el sexo. De ahí que quien aún desarrolla su vida desde “sexomor” considere que todo lo que le ocurre lo ha decidido en plena libertad.

El amor es consciencia y el amor por ello es libertad. El AMOR es la VERDAD y es la VERDAD la que nos hace libres. La VERDAD es CONSCIENCIA. 


¿Cómo andamos de “sexomor”? Sólo tenemos que observar el nivel de consciencia y reacciones que la lectura de este texto haya provocado pues existen niveles diferentes de “sexomor”, cada uno tenemos el nuestro.

viernes, 14 de noviembre de 2014

UN CURSILLO DE AMOR: El primer AMOR.



Nadie lo recuerda, no conozco a nadie que pueda expresarme en palabras la primera vez que sintió AMOR. Recordamos el primer flechazo, el primer beso, la primera novia o novio, pero no recordamos el primer encuentro con el AMOR. Algunos recuerdan el siguiente encuentro, es decir, el que de manera consciente encuentra por primera vez el AMOR. El renacer, el despertar, la resurrección, es decir, el reencuentro con lo que somos después de años. En este proceso de despertar y renacer están y estamos miles o millones de personas en el mundo.  Pero la primera vez, el primer minuto en que fuimos AMOR no logramos recordarlo, y es que no hay recuerdo por que no existía el observador para registrarlo. No existía consciencia.

Registramos AMOR porque el Ser así lo registra y lo puede verbalizar en palabras o emociones, pues en muchas ocasiones describir en palabras el encuentro con el AMOR no es posible, son las experiencias culmen que muchas personas hemos tenido y que te dejan marcado para toda la vida y que no puedes describir con palabras, son solo sensaciones. El lenguaje, por terrenal se queda pequeño, por mental, para describir lo universal por extramental, por estar más allá de la mente.

El primer soplo de AMOR, lo define la Biblia muy bien cuando dice que Dios, como Creador, mediante un pequeño y ligero soplo infundió la vida en lo que solo era barro, materia. En el mundo Cristiano este es el primer encuentro con el AMOR. A partir de ese momento la vida es le camino para el encuentro con el Ser que nos permita contactar con el AMOR que nos fue entregado, de que estamos hechos.

Por no ser consciente no significa que no exista, pues existen ahora mismo millones de fenómenos de los que no somos conscientes y que por ello no dejan de existir. 

El AMOR en la preconsciencia, en la etapa anterior  a la consciencia.

LA PRECONSCIENCIA es un concepto definido por Sigmund Freud para designar un sistema del aparato psíquico intermedio entre los otros dos sistemas (inconsciente y consciente). El conjunto de los tres sistemas conforma su primer modelo topográfico de la psiquis. Con este término, Freud quiso designar un área no consciente del psiquismo humano que debe diferenciase en sentido estricto del sistema inconsciente. Así se lee en Wikipedia.

La  palabra AMOR viene de una raíz lejana “AMMA”, que es el producto de los balbuceos del bebé al llamar a su madre. Y esta es el primer contacto que tenemos con el AMOR, aún no existen percepciones y filtros mentales o emocionales, tan solo un automatismo diseñado para reclamar en el “yo” (aún no se ha creado el ego), que no difiere del resto, pues aún no hay consciencia de separación, la presencia de lo que considera la vida, su vida, la clave de su existencia, que aún no puede saber o conceptualizar como madre, pero que existe, que es la madre, que es el AMOR: protección y proveedor de vida. Esta experiencia preconsciente es la primera sensación de AMOR que dejará sus registros en el cuerpo psicoemocional y el cuerpo sutil.

Esa primera AMMA será determinante para el resto de nuestras vidas sin nosotros saberlo. Tal y como haya sido registrada por nuestro cuerpo psicoemocional y cuerpo sutil así estará determinando nuestra vida. Su pronta o tardía atención, la presencia o ausencia de atención a AMMA será un registro, la primera inscripción que registremos en la vida cuando nacemos.


Imaginar el amparo o desamparo de quienes nacen  y sus primeras horas de  vida discurren con madre o sin ella. Cuando el bebé produce su AMMA se produce la respuesta en esta tierra y en función de ella estará marcado su destino, pues la primera experiencia que registra es la ATENCION a AMMA, al AMOR. Aprenderemos a amar en la vida pero la  primera lección fue la respuesta a AMMA.

viernes, 7 de noviembre de 2014

UN CURSILLO DE AMOR: El desamor.



El desamor. Tremenda palabra, más aún el sentimiento que se genera  con emociones como la ira, la tristeza y el miedo.

Si el AMOR es el todo. ¿El amor tiene que ser la nada?. Lo contrario al amor no es el odio, es la indiferencia. La falta de amor la denominados indiferencia.

El desamor es un sentimiento muy complicado de describir, pues es un sentimiento tan poderoso, con pensamientos obsesivos, rumiantes y circulares, mezclados con emociones que pueden ir desde la tristeza, pasando por la ira, hasta el miedo y el hartazgo, todo menos la alegría. Experimentar desamor es la prueba más contundente de que necesitas AMOR.

En el desamor los apegos y los deseos juegan un papel determinante. Si antes del momento de sentirnos abandonados no hemos gestionado adecuadamente en nuestras vidas los apegos y los deseos, estos se desbordan y son los responsables de lo que nos ocurre. Dicho de otro modo, si no hemos aprendido a ACEPTAR para dar respuestas conscientes, nos encontramos con que de manera inconsciente estamos automatizando la respuesta antes un hecho tan doloroso como es sentirse no querido, rechazado.

Al ser un sentimiento solo de mi depende.  Sólo yo tengo dentro de mí los recursos que pueden invertir el proceso y devolverme el sentimiento de AMOR, profundo que somos.

Nuestra sociedad ha considerado y considera “normales” determinados procesos de duelo o pérdida, apoyando y acompañando a personas en procesos de desamor durante un período de tiempo, más si ese tiempo, que se considera la “normalidad” se sobrepasa, entonces, los que antes consideraban normal el proceso lo comienzan a considerar “anormal”, impropio.

El proceso reeducativo en el AMOR, es decir, volver al AMOR que somos, nace de una creencia de no merecimiento y de la necesidad de que el AMOR lo tengo que encontrar en otra persona, lo que se ha denominado la “media naranja” y salimos al mundo en su busca. Y es más, si los demás no me dan AMOR y si la persona elegida no me da AMOR  entonces siento el profundo desamor de no sentirme querido. Descrito de esta manera, nos percatamos de que se trata de un problema de lo que denominamos “AUTOESTIMA”.

Realmente se trata de que no sabemos, no nos han ayudado a sentirlo y no nos ha explicado y enseñado, y menos aún aprendido, pues es de lo que se trata, de aprender, lo que es el AMOR.

El AMOR es nuestra naturaleza. Somo seres de AMOR en una aventura terrena, en una dimensión mental y cerebral de la existencia. Pero ese AMOR tiene otras aventuras menos tangibles que hemos identificado como espirituales porque no se pueden tocar y ver, tan solo experimentar.

El DESAMOR no es más que la incompetencia del AMOR como Sabiduría. Es la prueba palpable de que no hemos trascendido el nivel mental y emocional de la existencia, en él nos hemos quedado y no hemos accedido a la Sabiduría.

El AMOR como “SABIDURÍA INFINITA que nos permite conocer la VERDAD”. Este es el AMOR del que hablamos en este Cursillo y, por tanto, el DESAMOR es la expresión de una incapacidad, una incompetencia, totalmente corregible, tal vez no en el tiempo, pero si en la eternidad. Pues si el AMOR es infinito como  Sabiduría, forma parte de la eternidad y es en ella donde lograremos alcanzar su plenitud y en la tierra la única expresión de la eternidad que tenemos es el AHORA.

El desamor se ancla en el pasado con apegos y se dispara al futuro con deseos. Con ansiedad y depresión, con exceso de pasado y de futuro, la mente impide al hombre y la mujer en desamor vivir el ahora, vivir la eternidad, encontrar el AMOR, encontrar la SABIDURÍA.

El proceso de desamor puede ser acompañado (“Tu puedes pero no solo”) para que durando lo que tenga que durar se convierta en un aprendizaje. Y en este recorrido y aprendizaje trascendamos pensamientos y emociones y desde el AHORA contemplemos nuestra verdadera naturaleza y esencia. Para muchos será un trabajo arduo, pero todos cuanto lo han desarrollado (un trabajo de Desarrollo Personal), relatan con  alegría, mucha alegría que merece la pena, que merece mucho la pena, pues al final del camino está el AMOR, la fuente de agua viva, el manantial que no se agota, la luz que no se apaga.

sábado, 1 de noviembre de 2014

UN CURSILLO DE AMOR: “El saboteador del corazón roto”


En muchas ocasiones será necesario que nos partan el corazón para que nos fijemos en él. Educamos desde la mente, en el corazón se han educado pocas personas. Nos enseñan a resolver problemas desde la mente, incluso los sentimentales. El resultado de esta educación es evidente a los ojos de la historia y por la evaluación del presente. Pero no vayamos mucho más allá de nuestra propia vida y la de nuestra familia o personas que nos rodean para realizar un balance de la educación mental. Educar con la mente y desde el corazón es el paradigma al que estamos llamados por todos cuantos, en todas las partes de la tierra han trascendido la mente y han alcanzado cotas insospechadas de sabiduría y otros miles, todos estos anónimos, que lograron igualmente trascender la educación absolutamente mental y aplicaron a su vida anónima cotas de desarrollo espiritual insospechadas y de los que si indagamos un poco en nuestra familias y entorno encontramos ejemplos.

Tener un “corazón roto” se ha identificado con un desgarrador sentimiento de pérdida que coloca el fenómeno en el mundo de los sentimientos y por ende de los sentimentales. En un mundo primeramente muy corporal (la ley del más fuerte), posteriormente mental (la ley del más listo) los sentimentales no tenían sitio. Permitirse tener el “corazón roto” y trabajar el sentimiento que tal situación provocaba no ha sido posible hasta el siglo XX para la inmensa mayoría de la población, más aún quedan muchas personas que siguen con la creencia de que no se pueden permitir sentir determinados sentimientos.

El “corazón roto”. ¿Por qué se sitúa el dolor en el corazón?. Si somos tan mentales y todo está en la mente, como todos creemos a pie juntillas, siendo la creencia más poderosa sobre la tierra, ¿por qué hablamos del “corazón roto”?, ¿por qué me rompes el corazón? ¿por qué me has roto el corazón?...Esta pista de nuestro lenguaje nos es baladí. El corazón se rompe. El corazón tiene razones que la razón no entiende.

Si somos capaces de reconocer que hay situaciones, personas o circunstancias que nos rompen el corazón, ¿cómo no somos capaces de prestarle la atención debida?.

Alguno estará pensando que se trata de una forma de hablar, que no es literal. Esta ha sido la trampa que la mente ha creado para que no permanezcamos atentos a otros fenómenos que la mente considera sus enemigos y así, no prestamos atención al cuerpo salvo cuando la mente lo utiliza, pues la considera su siervo, no prestamos atención al corazón pues la anula completamente, no prestamos atención al entorno, circunstancias y universo pues la trasciende, y encerrados en nuestras mente creemos que todo cuanto existe sobre la tierra es lo que nuestra mente es capaz de entender y comprender y que no hay más. Y si así fuera, la mente de los romanos seguiría existiendo, la de los griegos, egipcios, mayas, judíos, chinos o aztecas, más todas esas mentes, todas esas maneras de pensar han sido trascendidas, por cuanto existe mucho, ¡pero mucho más de lo que la mente puede percibir!. Hemos conservado lo útil y necesario y hemos ampliado nuestro mapa. Y recordemos que el mapa no es el territorio.

El “corazón roto” podrá ser un recurso literario y descriptivo de sentimientos fantástico para poner palabras a lo que sentimos. Encerradas en esas palabras, “corazón roto”, se encuentra una sabiduría que pocos han alcanzado, pues pocos se ha atrevido a traspasar el sentimiento, sosteniéndolo con serenidad y paz y preguntándose ¿PARA QUÉ?.

Cuando tengamos la sensación de tener el “corazón roto” se trata de dejar la mente a un lado, poner el foco en el cuerpo y dejar que surja de nuestro interior la información, la valiosa comprensión y toma de conciencia que solo nos sirve a cada uno de nosotros y con ella sostenida en una respiración consciente preguntarle el ¿para qué? y dejar que esa sabiduría del corazón nos entregue el preciado mensaje. Más la mente intentará y mil veces intentará sabotear el proceso, sabotear todo cuanto ocurra en el proceso del “corazón roto”, pues sabe y reconoce que lo que aparezca cambiará creencias y nos hará trascender y evolucionar, salir de la zona de confort que la mente ha creado para nosotros generando la creencia de que más allá, no hay nada.


Si tenemos la experiencia de un “corazón roto” hemos sido bendecidos con la posibilidad de trascender, hemos sido llamados a superarnos. Si la mente no te deja entenderlo has encontrado al saboteador, te invito a que te quedes un rato con este personaje y le hagas una serie de preguntas, si así lo haces descubrirás rápidamente el engaño. Pregúntale a tu mente por qué no te deja estar con el dolor y si es que ella ya sabe que hay detrás del dolor del “corazón roto” para evitarlo, cuándo ha estado tu mente allí que no hayas estado tú con ella, o es que tu mente tiene vida propia y puede tener vivencias sin ti. Pregúntale entonces quien se lo ha enseñado, o por qué lo sabe. Pregúntale por qué no se atreve a experimentarlo por sí misma, por qué no lo experimentáis juntos y salís de dudas. Se consciente de sus respuestas. Estate presente en las preguntas y tomarás conciencia de que solo se trata de una creencia mental que mantiene la zona de confort. Por último pídele permiso para estar con el “corazón roto” un rato y si es necesario ordénaselo con un pequeño y amoroso gesto de autoridad. Atrévete a descubrir, atrévete a explorar, atrévete a seguir adelante, siempre adelante en el conocimiento de lo que eres, incluso con el “corazón roto”.