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viernes, 7 de noviembre de 2014

UN CURSILLO DE AMOR: El desamor.



El desamor. Tremenda palabra, más aún el sentimiento que se genera  con emociones como la ira, la tristeza y el miedo.

Si el AMOR es el todo. ¿El amor tiene que ser la nada?. Lo contrario al amor no es el odio, es la indiferencia. La falta de amor la denominados indiferencia.

El desamor es un sentimiento muy complicado de describir, pues es un sentimiento tan poderoso, con pensamientos obsesivos, rumiantes y circulares, mezclados con emociones que pueden ir desde la tristeza, pasando por la ira, hasta el miedo y el hartazgo, todo menos la alegría. Experimentar desamor es la prueba más contundente de que necesitas AMOR.

En el desamor los apegos y los deseos juegan un papel determinante. Si antes del momento de sentirnos abandonados no hemos gestionado adecuadamente en nuestras vidas los apegos y los deseos, estos se desbordan y son los responsables de lo que nos ocurre. Dicho de otro modo, si no hemos aprendido a ACEPTAR para dar respuestas conscientes, nos encontramos con que de manera inconsciente estamos automatizando la respuesta antes un hecho tan doloroso como es sentirse no querido, rechazado.

Al ser un sentimiento solo de mi depende.  Sólo yo tengo dentro de mí los recursos que pueden invertir el proceso y devolverme el sentimiento de AMOR, profundo que somos.

Nuestra sociedad ha considerado y considera “normales” determinados procesos de duelo o pérdida, apoyando y acompañando a personas en procesos de desamor durante un período de tiempo, más si ese tiempo, que se considera la “normalidad” se sobrepasa, entonces, los que antes consideraban normal el proceso lo comienzan a considerar “anormal”, impropio.

El proceso reeducativo en el AMOR, es decir, volver al AMOR que somos, nace de una creencia de no merecimiento y de la necesidad de que el AMOR lo tengo que encontrar en otra persona, lo que se ha denominado la “media naranja” y salimos al mundo en su busca. Y es más, si los demás no me dan AMOR y si la persona elegida no me da AMOR  entonces siento el profundo desamor de no sentirme querido. Descrito de esta manera, nos percatamos de que se trata de un problema de lo que denominamos “AUTOESTIMA”.

Realmente se trata de que no sabemos, no nos han ayudado a sentirlo y no nos ha explicado y enseñado, y menos aún aprendido, pues es de lo que se trata, de aprender, lo que es el AMOR.

El AMOR es nuestra naturaleza. Somo seres de AMOR en una aventura terrena, en una dimensión mental y cerebral de la existencia. Pero ese AMOR tiene otras aventuras menos tangibles que hemos identificado como espirituales porque no se pueden tocar y ver, tan solo experimentar.

El DESAMOR no es más que la incompetencia del AMOR como Sabiduría. Es la prueba palpable de que no hemos trascendido el nivel mental y emocional de la existencia, en él nos hemos quedado y no hemos accedido a la Sabiduría.

El AMOR como “SABIDURÍA INFINITA que nos permite conocer la VERDAD”. Este es el AMOR del que hablamos en este Cursillo y, por tanto, el DESAMOR es la expresión de una incapacidad, una incompetencia, totalmente corregible, tal vez no en el tiempo, pero si en la eternidad. Pues si el AMOR es infinito como  Sabiduría, forma parte de la eternidad y es en ella donde lograremos alcanzar su plenitud y en la tierra la única expresión de la eternidad que tenemos es el AHORA.

El desamor se ancla en el pasado con apegos y se dispara al futuro con deseos. Con ansiedad y depresión, con exceso de pasado y de futuro, la mente impide al hombre y la mujer en desamor vivir el ahora, vivir la eternidad, encontrar el AMOR, encontrar la SABIDURÍA.

El proceso de desamor puede ser acompañado (“Tu puedes pero no solo”) para que durando lo que tenga que durar se convierta en un aprendizaje. Y en este recorrido y aprendizaje trascendamos pensamientos y emociones y desde el AHORA contemplemos nuestra verdadera naturaleza y esencia. Para muchos será un trabajo arduo, pero todos cuanto lo han desarrollado (un trabajo de Desarrollo Personal), relatan con  alegría, mucha alegría que merece la pena, que merece mucho la pena, pues al final del camino está el AMOR, la fuente de agua viva, el manantial que no se agota, la luz que no se apaga.

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