Una de las experiencias más cercanas que
tenemos con el amor es su muerte. Se produce cuando consideramos que el
sentimiento ha llegado a su fin, que ya no tengo nada con el otro, que todo ha
desaparecido y que yo, por fin, en algunos casos, no amo.
Todos tenemos listas de personas a las que
amamos un día y ya no.
Esta creencia de que el amor ha desaparecido
parece que guarda cierta realidad cuando sentimos profunda indiferencia hacía
quien amamos, pues lo contrario del amor es la indiferencia.
La indiferencia como sentimiento tiene mucho
de memoria. Nuestras memorias pueden hacernos creer que ya no recordamos ni su
nombre y por tanto poco o nada tengo que ver con esa persona. Más cuando de
pronto aparece en nuestra vidas de frente y en presencia física algo se mueve
dentro de nosotros, se trata del recuerdo, que, en el corazón ha permanecido en
silencio y a oscuras hasta que quien lo representa aparece en nuestras vidas
somatizándose respuestas que, incluso como reacciones, no controlamos.
El amor deja una huella en el corazón
profunda que permanecerá toda la vida. Quien vive de recuerdos perderá el
presente, más estará en contacto con esas profundas simas de escondidos
recuerdos que la mente no quiere reconocer como parte de lo que somos, pues
todos cuantos aparecen en nuestras vidas tienen un por que y un para que. Vienen
a aportar experiencias, son grandes, medianos y pequeños maestros que aportan
su sabiduría de manera inconsciente y que nos transforman, incluso, profundamente.
Estamos hechos de AMOR y cuantas relaciones
de amor tenemos contribuyen al intercambio de experiencias necesarias para
seguir nuestro camino. Ningún encuentro es al azar. Como dicen: “El Maestro aparece cuando el alumno
está preparado”.
La consciencia en el AMOR nos aporta la
consciencia en la sabiduría de lo que está ocurriendo en cada momento y por
ello sabemos que el amor nunca muere, sino que pasa a ser un archivo emocional,
un mapa mental, un código somático que bien registrado puede traer a presente a
cualquier persona y cualquier amor. El amor consciente permite registrar en
todo nuestro sistema de mente, cuerpo y emociones las necesarias pistas para
volver a él cuando lo deseemos.
Más quien cree que ha olvidado sencillamente
niega con la mente lo que el corazón afirma en silencio.
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