Dicho con toda rotundidad: Los grandes
maestros espirituales nunca fueron deportistas. No encontraremos al espíritu en
la cuerpo, en la materia, pues la materia y el cuerpo sólo es su contenedor en
esta dimensión. Esta lógica mental y material tiene su explicación y sentido si
pensamos que el cuerpo no existe desde el punto de vista de la energía y que
solo es una apreciación de la mente, siendo ésta, la mente, la que hay que
superar y vencer para lograr un desarrollo espiritual completo.
Tanto mente como cuerpo son elementos vitales
de desarrollo del ser espiritual pero no son un fin en sí mismos. Están supeditados
al espíritu, al constructo espiritual que somos. Hay quienes construyen mentes
prodigiosas y quienes construyen cuerpos maravillosos.
Durante miles de años fue el cuerpo el
elemento predominante, el jefe era el más fuerte, para ello necesitaba el
cuerpo. Posteriormente la historia dio paso
a la mente y el jefe era quien más sabía para lo que se necesitaba la mente.
Vivimos un momento en el que la mente a través del neurocortex está avanzando
en su desarrollo de una manera vertiginosa en la etapa más tecnológica de la historia.
Abandonadas las tareas agrícolas y ganaderas y mecanizándolas el cuerpo dejó de
tener sentido durante cientos de años hasta el momento actual en el que el
cuerpo ha vuelto a cobrar protagonismo mediante el deporte. Hacer deporte se
verifica como una necesidad de desarrollo personal y de salud encontrando un
sentido vital más allá del meramente laboral.
El bienestar corporal lo logra el ser espiritual
de otra manera diferente a quien hace deporte. En ambos casos son los procesos
físicos y químicos (biológicos) que se desencadenan los que se están manejando por ambos, si bien para
quien hace deporte se produce una “esculturización” del cuerpo, mientras que
para quien no lo practica se produce una pérdida de su importancia material, la
materia para el deportista se transforma y para el ser más espiritual pierde su
protagonismo. Es muy usual que quien se desarrolle espiritualmente presente un
aspecto físico muy diferente al deportista.
El deporte es un gran camino de sabiduría al
igual que la mente, pero ambos sin el desarrollo espiritual hacen al hombre
incompleto y le privan de su desarrollo integral; mente, cuerpo y espíritu.
Quien entrega al espíritu el desarrollo integral logra armonizar la mente con el
cuerpo sin necesidad de que ninguno tome un excesivo protagonismo. Pues a quien
está atrapado en la mente, quien está atrapado en el cuerpo y quien está
atrapado en mente y cuerpo.
Durante años hemos visto al hombre en busca
de sabiduría de la mente, vemos ahora
como además busca la sabiduría del cuerpo nuevamente. El desarrollo espiritual
a lo largo de la historia convive con estas etapas. En la actualidad el culto
al cuerpo, el culto al deporte, es un paradigma de desarrollo personal y
social. Sobrevalorada la mente y sobrevalorado el cuerpo, ambos finitos y
temporales dejan poco espacio a lo espiritual. Buscar el equilibrio ha sido
siempre la fuente de la sabiduría. Cuerpo, mente y espíritu.
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