La oscuridad es ausencia de luz y la guerra es
ausencia de paz. Se afirmó por un Santo que las crisis, son crisis de Santos.
Hoy la
neurociencia camina por conceptos como las “neuronas espejo” y la “inteligencia
compartida”, “la neuroplasticidad”…conceptos
que están cambiando la manera de ver y entender nuestro desarrollo personal y
con ello el mundo.
Estamos
ahora convencidos, pues la ciencia lo confirma, de lo que nuestros ancestros
afirmaban por Fe. En el cristianismo, la “Comunión de los Santos” que se afirma
en el Credo es prueba de ello. Que podemos ser sal de la tierra, que podemos
ser luz en la tierra, que podemos ser agua viva (en el fondo somos agua).
Quien
inicia el camino reeducativo del reencuentro con lo que verdaderamente es y se
encuentra en su interior, que no es otra cosa que el “AMOR ESENCIAL”, después
de duras jornadas llegará a un punto del camino donde encuentra las fuentes de esa
agua, el origen de esa luz y la mina de sal que le permite comenzar a producir
para compartir con los demás y, como faro esplendente, manantial de agua y proveedor
de sal, comienza a transformar su entorno en un lugar de paz y armonía
contagiando con ello a los demás.
La mente no
puede alcanzarlo, el cuerpo tampoco, las emociones no fueron diseñadas para tal
fin, solo el espíritu está dotado de los medios para alcanzar el “AMOR ESENCIAL”.
Algunos
afirman que si los niños comienzan a meditar, aprenden a meditar, e incorporan
a sus vidas la meditación como una práctica consciente, podemos acabar con la
violencia en pocas generaciones. No tengo tal capacidad de predecir el futuro,
pero si tengo la convicción personal, por la experiencia acumulada, que sólo
desde el “AMOR ESENCIAL” que somos podemos convertir este mundo en un mundo de
paz. Para ello es necesario ir incorporando a nuestra vida los hábitos, que
generarán costumbres, que forjarán el carácter de hombre y mujeres de paz.
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