A todos la palabra Santo o Santa nos conduce
r谩pidamente a un juicio autom谩tico seguido de una sensaci贸n o sentimiento. Un
automatismo mental y emocional. Es como la palabra “deberes” cuando eras
peque帽o, a pocos les gustaba que sus padres pronunciaran esta palabra en
determinados momentos y horas, sobre todo cuando est谩bamos jugando. Era esa
palabra que sencillamente pod铆a entristecernos o enfadarnos en segundos.
La perfecci贸n, la santidad, es el espejo en
el que se reflejan todas nuestras miserias, imperfecciones y faltas, m谩s como no
nos aceptamos como somos, rechazando todo lo que no nos gusta sencillamente
huimos de quien alumbra, ensalza y evidencia todo aquello que no queremos de
nosotros mismos.
El santo o la santa, no lo son porque sean
perfectos, lo son porque son conscientes de sus miserias, imperfecciones y
faltas y las integran en su vida de tal manera que acaban desapareciendo, no las rechazan, tampoco las
aman, simplemente las aceptan.
Aprender a aceptar lo que somos nos coloca de
inmediato en el camino de la perfecci贸n pues cierra el c铆rculo de lo que somos,
conformando entonces una esfera, que algunos denominan “naranja”. Ya no tengo
que buscar la “media naranja” pues soy un ser completo. De esa aceptaci贸n
comienza un proceso de transformaci贸n en el que se suelta todo aquello que
resulte contractivo y comienza a ocupar nuestra vida todo lo expansivo. Se abre
un camino de perfecci贸n pues la imperfecci贸n se reduce, m谩s jam谩s desaparece,
pero est谩 de tal forma integrada en el conjunto que la armon铆a de su
contemplaci贸n solo puede despertar admiraci贸n y amor. De ah铆 que las personas
santas sean tan queridas en cualquier parte de la tierra por parte de muchos y por otros son rechazadas al convertirse en espejo de todo
cuanto no aceptan de s铆 mismas.
Ser Santo o Santa es s贸lo Ser, en plenitud,
en totalidad. La 煤nica m谩xima de comportamiento de un Santo es la tendencia a
la perfecci贸n aceptando lo imperfecto, pues sin ello no tendr铆a sentido la
b煤squeda de la perfecci贸n. M谩s nace en ella la humildad, dado que no se
reconocen como tales pues su foco est谩 puesto siempre en lo imperfecto,
evitando con ello la aparici贸n del ego铆smo y egocentrismo propios de una
focalizaci贸n excesiva y desbordada en lo perfecto.
Son nuestras imperfecciones las que nos har谩n
santos y santas. Alguno se preguntar谩, ¿para qu茅?: Para ser seres completos,
plenos, Uno en la Unidad que somos. De lo contrario viviremos separados de lo
quiero y no tengo, de lo quiero y no puedo, de lo quiero y no soy y esa
separaci贸n es la fuente misma del dolor y el sufrimiento, no la propia
existencia de la imperfecci贸n, sino su rechazo.

No hay comentarios:
Publicar un comentario