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viernes, 28 de febrero de 2014

REINICIARSE como SERES ESPIRITUALES: Volver a ser niño (XXIV)



Quién se abandona mejor al cariño de su padre y de su madre que un niño en la plena y absoluta seguridad de que son ellos los que cuidarán de él, por eso no se preocupa por lo que hay que a hacer y programar para el día siguiente, si habrá suficiente o faltará, sus padres proveerán.

No tiene pasado y no tiene experiencias, por tanto a ninguna se apega, el presente es puro, ahora sin condicionamientos por experiencias contractivas, irá aprendiendo, descubriéndolas a medida que crece y siempre que encuentre alguna dificultad vuelve su mirada a sus padres para que le resuelvan el problema y sigue adelante, sin preguntarse porqué o para que.

No proyecta a futuro, tiene deseos muy puntuales y concretos, pero no espera de un mañana pues no sabe que existe, solo vive cada instante y cada momento con esa capacidad de sorprenderse con cada descubrimiento que la vida le pone delante.

El Reino de los Cielos será de aquellos que se comporten como Niños manifestó Jesús de Nazaret. La infancia es espiritual, no podemos volver a la niñez, pero es la vida espiritual la que nos devuelve todas las actitudes precisas para hacer de nuestra vida una “infancia espiritual”.

Capacidad de sorprenderse, confianza, desprendimiento, desapegos, fe, esperanza, capacidad de amar… y sobre todo alegría.

Quien vive una vida espiritual plena es una persona ALEGRE, como la alegría de un niño o una niña, plena, sincera, contagiosa y serena.

La emoción más expansiva y contagiosa de todas, la alegría, es la señal de identidad de quienes han alcanzado un grado de madurez espiritual. Es decir cuánto más se madura en el desarrollo espiritual más niño se vuelve uno en el mismo plano. Por ello quienes han alcanzado cotas superiores son más niños y por eso, como los niños, son admirados y queridos.

No volvemos muy simples, casi sin necesidades materiales que satisfacer, continuamente alegres y cuando algo falta confiamos, y cuando algo llega que nos limita, confiamos, cuando se apodera de nosotros la tristeza o el dolor, confiamos, cuando caemos en la ira, nos tratamos con compasión, cuando no conseguimos metas observamos la experiencia, intentamos aprender de todo y de todos, bailamos, cantamos, saltamos, lloramos, gritamos, jugamos y sabemos meternos hacía dentro en busca de nuestro Padre y nuestra Madre que nos reconfortarán con una nana para dormir (por eso dormimos a pierna suelta) y nos darán todo el amor que necesitamos y que somos. Todo nos sobra pues solo Ellos bastan y por eso compartimos lo que sabemos y sentimos pues nunca se agota.


viernes, 21 de febrero de 2014

REINICIARSE como SERES ESPIRITUALES: Se acabó el baile de máscaras (XXIII)


Todo aquel que despierta a una plena consciencia y comienza su camino interior en el autodescubrimiento de lo que realmente es, todo aquel que tiene su encuentro personal con la VERDAD y comienza una vida en la que su afán es comunicarla y hacer partícipe a los demás de ella, todo aquel que es expresión del profundo cambio que produce la LUZ, todo aquel que ha realizado un giro en su vida de ciento ochenta grados, todos, son signos de contradicción y sorpresa entre quienes les observan.

El cambio es tan evidente, tan real, que la incredulidad se expresa en los que hasta ahora conocían un personaje que por fin se ha quitado la máscara y aparece tal cual es.

Como si del cuento de la Cenicienta se tratara, a las doce con la última campanada acaba el baile y el personaje que durante años se mantuvo en este mundo desaparece y comienza el proceso paulatino de agrietamiento de la piel de barro que agrietada irá dejando ver el interior poco a poco con un gran fulgor y una gran luz.

Cuenta una tradición budista que la mayor estatua erigida a Buda fue  cubierta completamente de barro para que durante una guerra no fuera saqueada. Los monjes que idearon el ardid murieron en un saqueo y nadie pudo contar que el Buda de barro era verdaderamente de oro, hasta que siglos, muchos siglos después se desquebrajó y por una de sus grietas un monje curioso introdujo una lámpara que le deslumbró, al retirar con cuidado la capa de arcilla que cubría todo el inmenso Buda comprobaron que estaba hecho de puro oro.

Esta historia nos muestra como la vida y las circunstancias pueden ir cubriendo nuestro SER, nuestra verdadera esencia de capas de arcilla, que dan lugar a diversos personajes creados para defendernos en distintas circunstancias, esos personajes, o cabezudos, se quedan con nosotros más allá del tiempo necesario para la función que fueron creados y algunos llegan a dominar por completo la vida de sus propios creadores.

El despertar a la vida espiritual conlleva la caída, el descalabro y la rotura de esas máscaras, de esos cabezudos y que comience a relucir el verdadero yo, ese que algunos llaman  el “yo profundo”, el SER de la ontología, el ALMA de los cristianos, para desde de él gobernar esta nave tan especial que es el hombre y la mujer y comenzar a ser “uno mismo”. Más en muchas ocasiones se confunde “ser uno mismo” con una de esas máscaras o cabezudos, siendo la clave para desenmascararlos el orgullo y la vanidad, pues son todos ellos orgullosos y vanidosas y sobre todo no pueden “olvidarse de sí” para “darse” a los demás. Cuando uno llega al Ser, al Alma, el olvido de sí y el darse son la norma de la casa, el emblema, el signo evidente de que son las auténticas, de que somos, sin máscaras.



viernes, 14 de febrero de 2014

REINICIARSE como SERES ESPIRITUALES: El vino amargo (XXII)


Se ha comparado con el más exquisito de los elixires la experiencia de una plena vida espiritual, con una bebida, y, casi todas las religiones tienen entre sus ritos fundamentales el de beber algo. Por esta manera de describir con palabras la experiencia espiritual también se han desarrollado expresiones y narraciones referentes a todo lo contrario, es decir, a las heces del cáliz o el vino amargo, como expresión, también, de una faceta de la vida espiritual. Y es que no puede haber Paz sin antes no ha existido la guerra. Llegamos a la Paz porque venimos de la guerra.

Si la vida espiritual plena conlleva la Paz interior, quien aún no la ha alcanzado sigue en guerra, consigo mismo, con los demás, con el entorno, con la vida y con el universo. En expresión coloquial, con todo el mundo. Quien así camina por la vida aún encuentra en ella el vino amargo, el amargor, la amargura y de ahí la expresión personas amargadas.

La amargura es uno de los sentimientos más destructivos, compuesto de las emociones básicas como el hartazgo (asco), tristeza e ira y ausente de la alegría, la sorpresa, siendo el miedo muy subconsciente, el que se amarga, amarga la vida a los demás. Es como el perro del hortelano, que ni come ni deja comer. Este sentimiento se apodera de su vida y las emociones básicas dominantes, se hacen presa de su existencia, y siempre están entre coléricos e iracundos y tristes y melancólicos, cuando no se está harto de todo y de todos. Pocas veces muestran alegría por algo y menos aún se sorprenden por algo, pues nada esperan y de todo desesperan. La sensación de abandono es total. Esta lucha interior, entre pensamientos contractivos que se mueven en nuestra mente de manera circular y rumiante, convierten la vida en un vino amargo que no queremos beber.

Esta situación es la antesala de un amanecer, es la tormenta que precede a la calma, pero precisa tiempo. El vino amargo no tiene cura salvo que se le añada tal cantidad  ingente de agua que se disuelva, de tal manera, que nada ni  nadie pueda apreciar su presencia salvo por una leve y ligera sensación de amargura en la punta  de la lengua que incluso resulta agradable. Esa agua necesaria la pondrán las lágrimas que deberá expulsar del cuerpo, como archivo emocional y mental, todo cuando provoca el amargor. Lo pondrá el agua que bebemos y la comida que comemos, (que en el fondo en su mayor parte es agua), cuando su ingesta esté exenta de emociones y pensamientos limitantes y contractivos, es decir, con alegría. Ese agua, como agua viva, la pondrá el propio cuerpo que sanará la existente en él (somos un 70% agua) cuando la expongamos a vibraciones externas llenas de amor y armonía. Es decir, todo un proceso integral entorno al agua que somos y nos da la vida. Solo el agua puede disipar de tal manera el amargor del vino amargo y entonces surgirá en nuestro interior el fuego que ante tanta agua se presenta para mantener el equilibrio y ese fuego solo puede brotar del corazón que alienta la vida para seguir adelante, siempre adelante,  renaceremos en la vida espiritual llenos de plenitud y armonía.


  

viernes, 7 de febrero de 2014

REINICIARSE como SERES ESPIRITUALES: El ser solitario (XXI)


Quien despierta a la luz que otorga la inmersión en la vida espiritual lo hace en medio de su mundo, el mismo que hasta entonces tenía y vivía, pero pronto ese mundo de circunstancias y personas se vuelve estrecho y precisa ser renovado, más es consciente de que no puede cambiarlo de repente, que será su luz y la de otros las que transformarán el entorno y que dicho proceso será largo, incluso trascenderá la propia vida corporal.

Comienza entonces un proceso en el que por una parte la persona “despierta”, se aleja de hábitos y costumbres que antes conformaban su carácter, pues éste ha cambiado y comienza con nuevos hábitos y costumbres que refuerzan el nuevo carácter, su renacimiento. Este cambio radical es apreciado por su entorno, por las personas que lo rodean y comienza un alejamiento de realidades, circunstancias y personas recíproco. Comienza la soledad, una soledad, que no significa sentirse solo, pues el espíritu llena con plenitud la vida de aquel que está imbuido en él.

En esta fase aparece el “ser solitario”, pues busca la soledad y el silencio, el encuentro con el espíritu, con su ser, con lo que realmente es, comienza una vida sin necesidad de la misma vida tal y como hasta ahora estaba planeada, pues la vida comienza de dentro hacía fuera y no de fuera hacía dentro, comienza un camino en el que encontrará a otros en sus mismas circunstancias y con los que compartirá tiempos y espacios, más la soledad, lo que llaman soledad, será su fiel compañera el resto de su vida, pues lo que llaman soledad, no es más que un vacío para la sociedad y un todo para la vida espiritual.


Quien encuentra la soledad del ser, el ser solitario, lo encuentro todo. Y en este todo que es SER se queda a vivir.