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s谩bado, 31 de octubre de 2015

VIDA ESPIRITUAL EN EL SIGLO XXI (IV). EL PRINCIPIO.


¿Por d贸nde empezamos?. No es f谩cil tomar una decisi贸n en la mente para comenzar la vida espiritual, pues no la reconoce, al igual que no reconoce, pues no se da cuenta, de que en su cuerpo se est谩 produciendo un tumor cancer铆geno. Para ella, la mente, la vida espiritual no existe y por ello el primer paso no es s贸lo informarla de que existe, es, adem谩s, formarla.

La informaci贸n y la formaci贸n se convierten entonces en el primer elemento b谩sico para poder iniciar un proceso de aprendizaje y en materia espiritual es lo mismo.

Este a帽o queremos dedicar este espacio a analizar las posibilidades reales de mantener en el siglo XXI una vida espiritual y para ello tenemos que tener en cuenta que durante el siglo XX, los que nacimos en 茅l, no fuimos, salvo excepciones, bien informados y formados en lo espiritual. No tenemos formaci贸n espiritual o no la tenemos adecuada.

Nos disponemos a realizar un viaje, un camino, y solo con los que quieran hacerlo. Es decir, existir谩n personas que no quieran tener una vida espiritual y a ellos, entonces, no nos dirigimos. Lo hacemos a aquellos que tienen la inquietud de avanzar en su desarrollo personal en esta faceta espiritual.

La mayor parte de los que acuden a nuestros cursos con esta inquietud lo hacen con una cierta informaci贸n y formaci贸n, casi toda ella de base cat贸lica, cristiana. Su mente acoge conceptos y desarrolla creencias culturales y educacionales experimentadas y vividas en su infancia y juventud, pues en su madurez abandonaron toda pr谩ctica espiritual. Llevaron a cabo algunos ritos como el Bautismo, la Primera Comuni贸n, la Confirmaci贸n, el Matrimonio Cat贸lico y poco m谩s. Rezan cuando lo necesitan, van a Misa los domingos y fiestas se帽aladas y tienen alg煤n otro gesto de piadoso. Otros vienen le铆dos sobre otras religiones, sobre todo la Budista y algunas teor铆as seudocient铆ficas sobre la espiritualidad y la propia vida y la Creaci贸n, la vida y la muerte, si bien no experimentadas y vividas como el cristianismo, al no haber sido iniciados desde la infancia en ellas y sin maestros que les acompa帽en e iluminen en sus caminos, a diferencia de la religi贸n cat贸lica que cuenta con ese acompa帽amiento para quien lo desee vivir.

“Descre铆dos” la gran mayor铆a, es decir, quienes afirman: “Creo en Dios pero no en la Iglesia”, “Soy cat贸lica pero no practicante”, “Solo creo en Dios” y frases similares que pretenden poner en evidencia que sobre todo y ante todo la interpretaci贸n personal sobre el tema es la que predomina. Es decir, yo, o lo que es lo mismo, mi mente, ha decidido y en funci贸n de la creencia generada soy consecuente. Pero pese a esta decisi贸n mental y sentimental a煤n tengo sed, a煤n no he encontrado el centro, la verdad, la VERDAD y quiero seguir profundizando en mi crecimiento personal.

Este principio de creencias y rotunda afirmaci贸n del “yo”, es decir, una estructura mental y sentimental que conforma nuestro credo es el principio.

Nacemos a la “espiritualidad consciente” con un principio. El cristianismo cuenta con “El Pecado Original”, doctrina teol贸gica apasionante y que a煤n hoy en d铆a mantiene una l铆nea de debate entre quienes la estudian.

En nuestro caso “el principio” es evidente, y no podemos evitarlo. Todos tenemos “el principio” y con 茅l partimos para realizar este viaje o camino espiritual.

Quien quiera negarlo se tropezar谩 con 茅l a cada paso, quien quiera carg谩rselo, borrarlo de un plumazo, ver谩 como se regenera y se transforma pero no desaparece. “El principio”, como el Pecado Original es consustancial a la mujer y el hombre consciente del siglo XXI. En cuanto nacemos nos educan, vivimos en un entorno y una cultura, rodeados de circunstancias y experiencias que nos condicionan, conforman nuestras memorias y condicionan nuestras vidas. Este elenco de vida, es “el principio”.


En el camino que iniciamos “el principio” siempre nos acompa帽a, siempre. Nunca lo dejamos atr谩s, tan s贸lo sanaremos la manera en que lo vivimos y experimentamos por la mente y los sentimientos que genera. Pero este paso, para otro d铆a.

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