Las ideas
nos encantan, tenemos ideas a todas horas, las producimos, la expresamos, las
apuntamos, las guardamos, las pensamos, las meditamos, las copiamos, ideas,
ideas…ideas. Juntas todas ellas hacen lo que hemos denominado una IDEOLOGIA
definidas como conjunto de ideas reunidas y relacionadas entre sí.
La
ideología además es un programa y un plan de acción. Cada uno tenemos nuestras
propias ideas y por ello nuestro programa de vida y plan de acción.
En la vida
espiritual se presenta la misma realidad, pese a que la VERDAD es UNA, las
IDEOLOGÍAS sobre ella son tantas como personas. Esta capacidad del hombre
provoca que sea necesario el acuerdo y el consenso para acercar ideologías y
compartirlas y como es tan difícil nos solemos conformar con nuestra propia
ideología que genera nuestra particular y personal verdad, lo que se denomina “mi
verdad”, en suma, lo que yo creo: “mis creencias”.
La inmensa mayoría
de los seres humanos vamos por la vida con “mi ideología”, “mi verdad”, “mis
creencias”.
Imaginemos
que ahora llega alguien y nos pide que le entreguemos todo, la vida entera, sobre
todo nuestra ideología y que la sustituyamos por la suya. Sí, así ocurre con
muchas personas, que aceptan el cambio, nace lo que nuestro diccionario denomina
“secta” pues en la antigua Grecia eran “sectarios” los que seguían las
enseñanzas de un filósofo.
En la vida
espiritual es muy frecuente la conformación de sectas (dentro de la acepción no
peyorativa que posteriormente en la era moderna se le ha dado al término). Y así
nos encontramos con dos grupos, los que pertenecen a una secta o los que siguen
con “mi ideología”.
Los grandes
maestros espirituales de la historia han conformado las grandes sectas, que aún
persisten en el mundo y persistirán. A su lado un conjunto ingente de personas
con “mi ideología”.
En Proyecto
Hombre tienen un lema: “Sólo tú puedes, pero no sólo” y en la vida espiritual
es así también. Los grandes maestros, los más admirados maestros espirituales
así lo acreditan pues ellos mismo son “sectarios” (en la vieja acepción griega del término).
Yo creo que hay una tercera vía: sumar y compartir ideologías sin perder la nuestra ni imponerla. Por ejemplo: pertenecer a un grupo político no supone para mí aceptar a ciegas el corpus del proyecto ni buscar un grupo en el que mi ideología quepa al 100% o en el que sea capaz de imponer la mía. En el grupo al que yo pertenezco, creado desde cero, convergemos personas de ideas distintas con el fin de conseguir un nuevo modelo social. El corpus lo hemos ido consensuando entre todos hasta llegar a conseguir una casa común en la que todos nos sentimos integrados. Apliquemos ésto a nuestra vida y a nuestro mundo cercano.
ResponderEliminar