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viernes, 8 de noviembre de 2013

REINICIARSE como SERES ESPIRITUALES: “Ven y verás” (IX)


Así se afirma de Jesús, que cuando alguien le pregunto por su vida contestó: “Ven y verás”.

En la vida espiritual no basta la palabra. Siendo necesaria y el primer paso para caminar en la senda del desarrollo espiritual y siendo la que guarda las claves del camino, la palabra debe ir acompañada de otros signos y sobre todo de un sentido, la vista.

El término “Ver” se empleó y emplea, como el término “despertar”, como expresión que se atribuye a la persona que ha comenzado el camino y es capaz de “ver” una nueva vida. La mirada del hombre y la mujer espiritual en su desarrollo integral permite desarrollar una manera diferente de mirar y ver el mundo que le rodea y es capaz de vislumbrar en él realidades que antes era incapaz de imaginarse o percatarse. El mundo es esencialmente una mirada. Ver, es necesario para mirar, pero no nos referimos a la vista que proporcionan nuestros dos ojos, sino a la que proporciona “El tercer ojo” del que hablamos en su momento[i] en esta serie de post dedicados a la espiritualidad. Es la mirada desde el corazón de la que también hemos hablado en otras ocasiones. Pero dejemos que sea Annie Marquier, matemática e investigadora de la conciencia quien nos conduzca por esta realidad

“Se ha descubierto que el corazón contiene un sistema nervioso independiente y bien desarrollado con más de 40.000 neuronas. Gracias a esos circuitos tan elaborados, parece que el corazón puede tomar decisiones y pasar a la acción independientemente del cerebro; y que puede aprender, recordar e incluso percibir. Existen cuatro tipos de conexiones que parten del corazón y van hacia el cerebro de la cabeza. Puede influir en nuestra percepción de la realidad y por tanto en nuestras reacciones. Puede inhibir la producción de la hormona del estrés y producir y liberar oxitocina, la que se conoce como hormona del amor. El circuito del cerebro del corazón es el primero en tratar la información que después pasa por el cerebro de la cabeza. . La conclusión es que el amor del corazón no es una emoción, es un estado de conciencia inteligente....El cerebro del corazón activa en el cerebro de la cabeza centros superiores de percepción completamente nuevos que interpretan la realidad sin apoyarse en experiencias pasadas. Este nuevo circuito no pasa por las viejas memorias, su conocimiento es inmediato, instantáneo, y por ello, tiene una percepción exacta de la realidad. Está demostrado que cuando el ser humano utiliza el cerebro del corazón crea un estado de coherencia biológico, todo se armoniza y funciona correctamente, es una inteligencia superior que se activa a través de las emociones positivas.Es un potencial no activado, pero empieza a estar accesible para un gran número de personas. Cultivando las cualidades del corazón: la apertura hacia el prójimo, el escuchar, la paciencia, la cooperación, la aceptación de las diferencias, el coraje...Es la práctica de pensamientos y emociones positivas. En esencia, liberarse del espíritu de separación y de los tres mecanismos primarios: el miedo, el deseo y el ansia de dominio, mecanismos que están anclados profundamente en el ser humano porque nos han servido para sobrevivir millones de años.Tomando la posición de testigos, observando nuestros pensamientos y emociones sin juzgarlos, y escogiendo las emociones que nos pueden hacer sentir bien. Debemos aprender a confiar en la intuición y reconocer que el verdadero origen de nuestras reacciones emocionales no está en lo que ocurre en el exterior, sino en nuestro interior. Cultive el silencio, contacte con la naturaleza, viva periodos de soledad, medite, contemple, cuide su entorno vibratorio, trabaje en grupo, viva con sencillez. Y pregunte a su corazón cuando no sepa qué hacer.[ii]




1 comentario:

  1. Ver para creer. No siempre y me explico. Hay preguntas que nos hacemos y que nos llevan a una única respuesta: la FE. Creer es un acto de entrega, de amor, de confianza... que nos lleva inexorablemente a dar, a compartir, a ser uno con el otro.

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